Cuentan las aguas profundas de la ría de Vigo que un día, en pleno siglo XVIII, el mar guardó para siempre uno de los secretos más codiciados del Imperio Español. Fue en el año 1702, cuando una flota de galeones, cargada hasta los mástiles de oro, plata, esmeraldas y riquezas traídas del Nuevo Mundo, buscaba refugio en las tranquilas aguas de Rande, en Galicia.
Aquella armada, conocida como la Flota de Indias, era un tesoro flotante, protegido por barcos franceses y españoles. Pero el destino —y la codicia humana— tenían otros planes. Las potencias enemigas, principalmente Inglaterra y Holanda, habían seguido el rastro del oro hasta nuestras costas. Y en un día marcado por el estruendo de los cañones, estalló la Batalla de Rande.
El cielo se oscureció con el humo, los barcos ardían, y uno a uno, los galeones se fueron hundiendo bajo el fuego enemigo. El mar se convirtió en tumba y en cofre. Porque dicen que, antes de permitir que cayeran en manos del enemigo, muchos capitanes ordenaron lanzar las riquezas al abismo de la ría.
Desde entonces, la leyenda vive bajo las aguas. A lo largo de los siglos, buscadores de tesoros, buceadores e incluso arqueólogos se han lanzado al misterio. Algunos juran haber visto lingotes, monedas y cofres entre las sombras del fondo marino. Otros aseguran que el tesoro nunca existió… pero el mar, silencioso y sabio, nunca quiso revelar la verdad.
Lo cierto es que, en Rande, cada ola que rompe contra las rocas trae consigo un murmullo antiguo… el eco de un tesoro perdido, de una batalla olvidada y de un sueño de oro aún por encontrar.